sábado, 15 de diciembre de 2007

Hoy no hay nada que me impida nombrarte

Hoy no hay nada que me impida nombrarte,
filtrarme en la nada del amor inmenso,
contar hasta siete, dar tres campanadas
y admirar mi obra templándose al fuego.

La primera tarde compondré tus manos
con tipos tallados en mi propio pecho;
velaré paciente cada nueva forma
que puebla la tierra de mi ser eterno.

Cuando ya las horas de los sueños, tibias,
llamen a los rayos del albor primero
se alzará mi canto desnudo. Y el día

irá desvelando el ardiente misterio
de la concha al beso que tu labio liba,
del divino soplo al humano recuerdo.
(28 DE ABRIL DE 1986)

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