miércoles, 13 de abril de 2011

El tiempo que nos quede

Este poemilla fue premiado el pasado día 7 de abril en el concurso que organiza anualmente la fundación "Mejora" de Vitoria-Gasteiz.

El tiempo que nos quede
será una fiesta permanente de otoño en primavera,
festín de uvas y cerezas, labio a labio, libando
cada día que el sol nos alumbre,
cada noche que embruje la luna,
mieles de mil aromas y sabores,
de la rosa al romero,
del espliego a tu boca.

Las horas compartidas
nos mecerán como la espuma
en olas estivales, del azul a la arena
en vaivén ascendente caracolas y peces de colores,
eterno mediodía centellea,
en fuga ya la bruma,
las sombras, los silencios, las ausencias.

El tiempo que no quede,
un remanso de paz donde esperarte;
cada día de nuevo reinventar
el matiz de tu voz en los susurros,
el incendio de luz de tu mirada.
Y el día del reencuentro
el tiempo no será ya referencia,
ni habrá nunca más dos, sólo una llama.

jueves, 17 de febrero de 2011

Te espero

Te espero como espera la ola el vientecillo
para empezar a ser;
vaivén de pececillos, ondular permanente
mi barquilla, serena, se deja estremecer.

Tú me formas, me llamas, das vida a cada poro,
inventas mi nacer;
y descubro la estela de un camino dorado
en el oceano limpio y sereno de tu frente.

Cada voz, cada objeto que atisbo y sobrepaso
combate la distancia.
Ya casi me adivino, ser de bruma o de agua,
bajo tu sol flamante de este abril precursor.

Los relojes son labios que acarician las horas
de esta frágil ausencia,
de esta calma sin alas ni velas ni horizonte,
dominio del volver al tic-tac de tu mirada.

miércoles, 19 de enero de 2011

A dos metros escasos de la nada

A dos metros escasos de la nada
sorbe a la vida el jugo entreverado
como arranca a la piedra la pepita
el viejo buscador empecinado.

Quisiera racionar y, sin embargo,
derrocha lo que queda a bocanadas
calientes, amarillas, azoradas,
que saben a escasez y despedida.

Vivir ya no es fluir, es derramarse
gota a gota en un mar negro y ajeno,
destilar hasta el último veneno
de la herida mortal que es esta vida.

Cada gesto forzado es como un grito,
concita la ternura universal;
cada voz conocida, una esperanza
que se esfuma en el aire de la voz.

No sabe si vivir es requisito
para soñar que vive sin soñarlo,
no quiere despertar por si la vida
sólo era un sueño gris emburbujado.

Es tentador marcharse, pero ¿cuándo?,
¿con quién?, ¿a dónde?, ¿cómo? y, sobre todo
¿qué brújula llevar?, ¿cómo orientarse
para luego volver al fin del viaje?

Ninguna referencia,
no cabe compañía,
sólo contranacer
solo de luz y guía.

(final diciembre 2010)