miércoles, 19 de enero de 2011

A dos metros escasos de la nada

A dos metros escasos de la nada
sorbe a la vida el jugo entreverado
como arranca a la piedra la pepita
el viejo buscador empecinado.

Quisiera racionar y, sin embargo,
derrocha lo que queda a bocanadas
calientes, amarillas, azoradas,
que saben a escasez y despedida.

Vivir ya no es fluir, es derramarse
gota a gota en un mar negro y ajeno,
destilar hasta el último veneno
de la herida mortal que es esta vida.

Cada gesto forzado es como un grito,
concita la ternura universal;
cada voz conocida, una esperanza
que se esfuma en el aire de la voz.

No sabe si vivir es requisito
para soñar que vive sin soñarlo,
no quiere despertar por si la vida
sólo era un sueño gris emburbujado.

Es tentador marcharse, pero ¿cuándo?,
¿con quién?, ¿a dónde?, ¿cómo? y, sobre todo
¿qué brújula llevar?, ¿cómo orientarse
para luego volver al fin del viaje?

Ninguna referencia,
no cabe compañía,
sólo contranacer
solo de luz y guía.

(final diciembre 2010)

2 comentarios:

Valeriano dijo...

Me gusta tu poema "A dos metros escasos de la nada", es emoción pura, con sencillez realzas una parte del alma humana. Me encanta. Espero que algún día los hagas realidad en libro escrito.

Saludos.

Valeriano.

felixanta dijo...

Gracias, Valeriano. Ya sabes que lo de publicar no me seduce. Tengo ganas de ver tu libro flamante. Ya me dirás