domingo, 6 de abril de 2008

La hora de la verdad

Y si, herido, el mar se excediera
exactamente en luna llena y viernes,
en el comienzo de esta primavera,
llegaría a anegar tanto baldío...
Cobraría palmo a palmo, imperturbable,
campos sembrados de subvención yerma,
campos desnudos de árboles ausentes,
verdes viciosos alfombrando arenas.
Después reclamaría otros dominios...
Rascacielos erguidos de arrogancia,
plazas renqueantes de silla y muleta,
jaurías sobre ruedas, sobre ruido,
hornos vacíos de pan y de quimeras.
Y, ya las cinco en punto, llamaría
uno a uno hacia el punto de partida
líquido y tibio para la memoria,
quizá frío y mortal para la vida.

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